Hoy he tenido que reparar una máquina muy importante para el cliente, ya que su parada provocaba que una línea completa quedase inactiva.
Tras analizar todos los síntomas no encontraba el origen del problema, así que he contactado con el servicio técnico del distribuidor. El técnico me ha dado un par de opciones para verificar, y una de ellas ha sido la clave para diagnosticar la avería. En pocos minutos, la máquina estaba funcionando.
Cuando me he cruzado con el cliente, éste me ha preguntado si la máquina ya estaba reparada. Cuando le he contestado que sí, él me ha dicho que se me notaba en la cara, y que a él le ocurre lo mismo cuando consigue solucionar un problema importante.
Parece que irradio un aura de buen rollo cuando consigo superar un reto. Eso es lo que me encanta de este trabajo.
Igual que un futbolista cuando marca un gol, cualquier meta alcanzada debe celebrarse. Decimos mucho la frase “ese es su trabajo”, como si eso fuese suficiente. No me imagino a un futbolista de élite deslizándose por el césped gritando, con su nómina en la mano, feliz por haber cobrado su sueldo (aunque con esos sueldazos, yo sí lo haría).
Cuando una persona deja de celebrar sus logros, cuando los acepta como parte de su rutina, sus resultados se ven dañados inmediatamente. Los vendedores dejan de vender, los futbolistas dejan de marcar goles, etc.
Somos animales, y tenemos un cerebro primitivo, aunque seamos capaces de sacarle mucho partido. Igual que se ha demostrado que el mejor método de aprendizaje se basa en el refuerzo positivo, necesitamos nuestro premio cada vez que hacemos algo bien, y buscamos la forma de conseguir cada vez más. A nuestro perro le damos unas caricias o una golosina, a nuestros hijos les decimos que estamos orgullosos de ellos, decimos “bien hecho” a nuestros compañeros… La cuestión es no perder esa dosis de ilusión que es la que nos motiva para mejorar cada día.
Si estás cansad@ o crees que tu trabajo ya no te aporta nada, intenta sonreír y decirte “bien hecho” cada vez que superas un reto, por pequeño que sea. Probablemente esa chispa acabe reavivando la llama que te empuje a ser el mejor.
Si conoces a alguien que ha perdido la ilusión por lo que hace, o un jefe que no reconoce los éxitos de los miembros de su equipo, recomiéndale el libro “Bien hecho”, de Ken Blanchard. A mí me resultó muy inspirador.
¿Y tú? ¿Sonríes cuando superas un reto, o qué tipo de premio prefieres?
Si te ha resultado útil, compártelo, así podrá serlo también para otros.
María Carolina Dinatale dice
Reproduciré tu texto mencionándote. Fundación Fobia Club. Gracias.