Has planeado vaciar la piscina para hacer reparaciones del vaso, o simplemente para renovar las juntas de los azulejos o gresite.
Llevas meses planificando.
Ya tienes los materiales.
De este fin de semana no pasa.
Empiezas temprano y, después de unas cuantas horas, te arrepientes de no haber contratado a un profesional, porque es más duro de lo que habías imaginado.
Pero ya estás en ello, así que continúas hasta el final.
Estas deseando llenar la piscina y presumir de los resultados, impaciente, esperando que se sequen los materiales, preparando el cloro, revisando la depuradora…
Cuando has terminado y tu piscina está llena, invitas a tus amigos a cenar o a tomar una copa.
Todavía no hace mucho calor, pero ya se puede estar en el jardín.
Quieres que todos vean lo bien que lo has hecho, y enciendes las luces para crear un ambiente mágico.
Click.
Se te escapa una lágrima cuando descubres que hay un foco fundido.
No puede ser, te dan ganas de dar cabezazos contra la pared.
Cómo has podido llenar la piscina sin haber probado las luces.
Todo hubiese sido muy sencillo.
Además, tus amigos bromean y te sientes peor, pero sabes que no lo hacen con mala intención, así que decides no pensar y disfrutas de la velada.
No olvides revisarlo todo con antelación
Cuando llega el calor, te armas de valor y te metes en el agua para desmontar el foco.
Aflojas los tornillos que lo sujetan a la pared y te das cuenta de que no es fácil trabajar bajo el agua.
Cuando por fin consigues soltar el foco hay una sorpresa desagradable.
El cable es corto y no te permite sacarlo fuera del agua para repararlo.
El instalador no calculó bien, o el cable se ha ido recortando en reparaciones anteriores.
La cuestión es que no puedes repararlo, así que se quedará apagado hasta la próxima temporada, o la otra, o la otra…
¿Te parece que te estoy contando una película?
Pues, como siempre, la realidad supera la ficción, y es muy habitual que se produzca esta situación.
No es porque seamos ingenuos, sino porque, cuando acometemos un trabajo nuevo, tenemos muchas ideas y dudas en la cabeza, y eso hace que se nos olviden algunos detalles, que pueden suponer un verdadero problema.
Para evitar sorpresas, haz una inspección visual de todo un tiempo antes de iniciar los trabajos.
La mejor época es cuando todavía no hace calor, a finales del invierno y comienzo de la primavera, cuando la temperatura es moderada y el sol no calienta demasiado.
Revisa todos los elementos de tu piscina. Observa los skimmers, busca grietas, plásticos rotos, y cualquier detalle que pueda requerir una reparación.
Apúntalo todo, y decide una solución para cada problema.
Haz una lista de la compra con todos los materiales y piezas de repuesto que vayas a necesitar.
Así evitarás perder tiempo a mitad del trabajo haciendo compras de última hora, o lo que es peor, no poder hacer el trabajo porque te falta una pieza y es domingo.
Aprovecha para plantearte modificaciones
También es buen momento para plantearte instalar nuevos sistemas, como luces LED de colores (si no has visto funcionando este sistema, ya estás tardando, es realmente espectacular, y además asequible).
Evita que la piscina esté vacía mucho tiempo.
Lo ideal es empezar los trabajos en cuanto puedas, aunque no esté totalmente vacía.
Aplica los materiales de construcción al principio, para dejar que vayan fraguando mientras haces otros trabajos, como reparar las luces.
Y una vez cumplido el tiempo recomendado por el fabricante, empieza a llenarla sin demora.
Es muy peligroso tener la piscina vacía, porque puede agrietarse debido a los choques térmicos y la presión subterránea.
Es mucho peor si los rayos solares inciden directamente.
Así que ya sabes, empieza a observar y a apuntar, antes de que sea demasiado tarde.
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