Estoy seguro de que te suena esta historia:
Acaban de contratarte en una empresa.
Es tu primer día de trabajo.
Alguien te enseña lo que debes hacer.
Se supone que estás preparado para este empleo.
Al fin y al cabo, en tu curriculum demuestras que conoces bien el tema.
Sin embargo, te sientes totalmente perdido.
Confías en que pronto demostrarás que eres perfectamente válido para ese empleo.
Aun así, te sientes como pez fuera del agua.
Todo es nuevo, y necesitas que alguien te diga dónde está tu sitio, quiénes serán tus compañeros, cuáles son sus funciones.
Debes saber a quién acudir en cada momento, y dónde encontrar cada cosa.
También debes conocer las normas internas de la empresa, sus hábitos, es decir sus sistemas.
Aunque todas las empresas del sector hacen trabajos similares, cada una es única.
Hasta que conozcas la forma de trabajar, no empezarás a sentirte cómodo, y a entregar todo el valor que sabes que tienes.
Los empresarios y directivos saben que hacen falta un período de adaptación, y que alguien debe formarte durante ese tiempo.
Es algo totalmente lógico.
Si nadie te explica cómo utilizar la fotocopiadora, perderás tiempo cada vez que la necesites.
Más aún cuando se quede sin papel o sin tinta.
Si desde el principio alguien dedica unos minutos a explicarte cómo utilizarla correctamente para los trabajos más comunes, serás más eficaz desde el primer momento.
Si usas la fotocopiadora cientos de veces, el tiempo que has “perdido” en aprender a usarla quedará más que compensado.
Otro caso sería el de los médicos, cuando teclean con dos dedos (es un ejemplo real).
Utilizan el ordenador cada vez que atienden a un paciente, cientos de veces cada semana.
Si tecleasen con agilidad, podrían ahorrar muchos minutos cada día.
Al cabo del año serían muchas horas.
Una vez adquirida la habilidad, no necesitarían aumentar su esfuerzo para rendir más.
Parece algo insignificante, pero aumentarían su eficacia de forma mecánica.
Sería muy rentable que dedicasen veinte horas a un curso de mecanografía.
Esas veinte horas no estarían atendiendo a pacientes, y además tendría un coste económico, pero ese conocimiento adquirido les haría ser más eficaces, porque lo aplicarían miles de veces a lo largo de su carrera.
Es una operación matemática simple.
Si inviertes veinte horas en adquirir una habilidad, y eso supondrá un ahorro de veinte horas anuales tecleando, en un año has recuperado ese tiempo.
A partir de ahí, cada año tendrás veinte horas más para dedicar a tu trabajo sin necesidad de trabajar más tiempo.
Dedicando una media de cinco minutos por paciente, atenderás a 240 pacientes más con el mismo trabajo.
Además, mejorarás tu imagen ante los demás, porque no parecerás alguien torpe y anticuado.
¿Quién quiere tener un médico torpe y anticuado?
Pues ocurre lo mismo con los conocimientos técnicos.
Imagina que vas a trabajar en una empresa donde se reparan trenes.
Alguien debe explicarte qué modelos de trenes son los que se reparan, qué tecnologías utilizan, cuáles son los trabajos más habituales…
Podrías aprenderlo por tu cuenta, al fin y al cabo, ese es tu oficio.
Si eres un buen profesional, investigarás y te documentarás sobre los equipos y máquinas que te vas a ir encontrando.
Lo puedes hacer en casa, sin que eso le cueste tiempo o dinero a la empresa.
Yo lo he hecho así siempre, y los resultados son buenos.
Pero volvamos a las matemáticas.
Si la empresa paga a alguien que ya conoce esos equipos, los elementos que componen, y los fallos más habituales, lo aprenderás todo en mucho menos tiempo.
De este modo serás más eficaz desde el principio, y tendrás que dedicar menos tiempo a cada intervención.
Así, la inversión de tiempo y dinero que se ha dedicado a tu formación se transformará en grandes beneficios.
Todos queremos tener empresas con un personal muy capacitado y eficaz.
Es el sueño de cualquier empresario.
Y no solo es una visión “romántica”.
Más bien es una cuestión práctica.
Si cada uno hace su trabajo de forma eficaz, el empresario, o el personal directivo, puede dedicar su tiempo y recursos a hacer las funciones con las que aportan más valor, como planificar o definir estrategias que hagan evolucionar la empresa.
Incluso pueden afrontar mayores retos, como abrir nuevos mercados.
Ocurre lo mismo con las herramientas.
Si dedicas quince horas al año a aflojar tornillos, y con una herramienta que cuesta 50 euros los aflojas en la mitad de tiempo, ganarás 7,5 horas anuales a cambio.
Solo tienes que calcular el coste de cada hora de trabajo, y los costes indirectos (tiempos de parada, efectos en la calidad…) para saber si la inversión es rentable o no.
A veces estos cálculos son complejos, porque no sabemos o no podemos medir cuáles son los costes y los beneficios reales.
Esto complica mucho la toma de decisiones.
En grandes empresas, se pueden hacer auditorías o estudios para obtener estos datos.
Al fin y al cabo, para ellos, un ahorro del 1% en el tiempo que se dedica a una operación habitual puede suponer muchísimo dinero, que compense sobradamente la inversión.
Sin embargo, para las pequeñas empresas no es tan fácil.
Estudiar este tipo de asuntos es un lujo que difícilmente van a amortizar.
Para cambiar un poco, puede que el esfuerzo no merezca la pena.
Si mejoras las tareas que provocan un mayor impacto, los beneficios serán más evidentes.
Puede ser algo a lo que dediques mucho tiempo, o que provoque paradas de producción importantes.
La cuestión es que sean tareas que al agilizarlas supongan un gran beneficio para la empresa.
Cada tipo de trabajo tiene sus propias situaciones de este tipo.
Por ejemplo, si dedicas demasiado tiempo a engrasar una máquina, puede ser rentable instalar un sistema de engrase automático.
Se trata de que ese ahorro de tiempo o de costes se repita muchas veces, para que el beneficio sea mayor.
La formación supone una herramienta más que ayuda a hacer el trabajo con mejores resultados y menores costes.
Cuanto más dominado tengas un oficio, más rentable será tu trabajo para la empresa.
Por eso las empresas deben invertir en formar a sus trabajadores lo mejor posible.
Trabajos más ágiles y eficaces mejorarán los resultados de toda la empresa.
Quizás muchos piensen que es el trabajador el que debe formarse por su cuenta, para merecer el acceso al puesto de trabajo.
Sin embargo, siguiendo un poco el hilo de la historia anterior, creo que la mayor ventaja de que sea la empresa la que forme al trabajador es la personalización de la formación.
La empresa sabe lo que necesita, y buscará las formaciones que más necesita para los perfiles de sus puestos de trabajo.
No basta solo con la formación reglada.
No por contratar a un ingeniero con un doctorado tendrás a un profesional más eficaz en un puesto concreto.
Quizás en ese puesto hacen falta otras habilidades, que se cubren mejor con otro profesional que se ha formado específicamente para un puesto similar.
Uno de los trabajos que no hace la mayoría de directivos es definir un organigrama con los perfiles concretos en cada puesto, e investigar las necesidades concretas para optimizarlo.
Muchos jefes temen invertir en formación.
No solo es una cuestión de gasto económico.
Hay otros motivos que asustan a algunos directivos:
- El trabajador no estará atendiendo su trabajo habitual mientras dure la formación
- Si el trabajador se va, otra empresa se beneficiará de ese conocimiento
- Si el beneficio de esa formación tarda en llegar, puede ser que el trabajador se vaya antes
- Si el trabajador tiene más conocimientos, exigirá mejor salario
En los ejemplos anteriores, quizás lo que más asusta es el temor a que el trabajador deje la empresa, o que pida más dinero por su trabajo.
En realidad estos miedos no tienen mucho fundamento.
Si se cuida al trabajador, no querrá irse aunque le ofrezcan mejores condiciones en otro lugar.
Cuidar no solo es ofrecer más dinero, sino buscar sus necesidades y tratar de mejorar su puesto de forma rentable.
Incluso aumentar el sueldo es recomendable, si el trabajo ha mejorado y genera más beneficios que justifican ese aumento.
Seguramente has visto las condiciones en las que trabajan los empleados de algunas empresas de Silicon Valley.
Trabajar mientras haces gimnasia, descansos para tocar la batería, restaurantes con grandes chefs donde puedes comer todo lo que quieras sin pagar nada.
En realidad, lo que buscan estas empresas es la rentabilidad.
Ser rentable no solamente es ingresar mucho y gastar poco.
La clave es que cada gasto revierta en un beneficio mucho mayor que el coste de ese gasto.
Por ejemplo, si todas las comodidades del ejemplo anterior sirven para que los mejores programadores del mundo quieran trabajar en estas empresas, podrán crear mejores productos que generen beneficios multimillonarios.
Si solo ofrecen dinero a ese trabajador, en cualquier momento puede llegar una oferta mejor.
Hay que hacer es que el trabajador se sienta feliz en la empresa.
Hay muchas cosas que una pequeña empresa puede hacer para facilitar la vida de sus trabajadores
No solo es cuestión de dinero
De hecho, hay estudios en los que se demuestra que la mayoría de personas que abandonan un trabajo lo hacen por tener problemas con sus jefes, y no por dinero.
La realidad es que pasamos una gran parte de nuestra vida trabajando.
Quizás sea la actividad a la que dedicamos más tiempo (aparte de dormir), por eso es importante que estemos a gusto.
Hay muchas mejoras al alcance de la mayoría de empresas:
- Flexibilidad de horarios
- Hacer que el puesto de trabajo sea más ergonómico
- Pagar el transporte público o prestar un vehículo de empresa
- Pagar la cuota de gimnasio
- Teletrabajar, aunque sea una parte de la jornada
- Acciones que faciliten la comunicación y la confianza entre todos los miembros de la empresa
Además, ofrecer formación a los trabajadores también mejora su relación con la empresa, porque es un signo de confianza, que demuestra que la empresa apuesta por el futuro del trabajador y su relación laboral.
En muchísimos casos, los trabajadores se van porque cambian sus circunstancias personales, y el trabajo deja de ser compatible con su estilo de vida.
Un claro ejemplo son las mujeres que al dar a luz no encuentran las condiciones ideales para poder amamantar a sus hijos mientras trabajan.
Son muchas las mujeres que deciden dejar de trabajar para no tener que sacrificar esa necesidad.
Si la empresa permite el teletrabajo, el problema prácticamente desaparece.
Ocurre lo mismo con los padres que quieren disfrutar más tiempo con sus hijos, y quizás el padre trabaja los sábados, y la madre debe trabajar muy temprano el lunes.
Así, los fines de semana son mucho más cortos, y muchas salidas en familia quedan descartadas.
Otra idea es teletrabajar una parte de la jornada.
Por ejemplo, imagina a un padre que debe llevar a los niños a la escuela a las nueve de la mañana y recogerlos a las dos de la tarde.
Si llega al trabajo a las nueve y cuarto, y se marcha a las dos menos cuarto, únicamente trabaja cuatro horas y media.
Quizás una parte de su trabajo es física, y otra administrativa.
Imaginemos que es jefe de mantenimiento en una planta industrial.
Puede llevarse toda la documentación a casa, y hacer los trabajos administrativos por la tarde, mientras los niños duermen la siesta o están jugando.
En este ejemplo, se añade la ventaja de que los niños ven el ejemplo de la autogestión del trabajo desde muy jóvenes, lo que les ayudará a adquirir los hábitos que les faciliten trabajar por objetivos o de forma remota.
La cuestión es que hay formas de buscar el bienestar del trabajador de una forma compatible con la mejora de los beneficios de la empresa.
Aunque quizás me estoy enrollando demasiado, espero que la idea quede bien clara.
Formar a los trabajadores para que sean mucho más eficaces beneficia a la empresa porque:
- La formación es más específica para las necesidades del puesto de trabajo
- Es más eficaz estudiar mientras aplicas el conocimiento en tu empleo
- El mayor beneficio es para la empresa
- Mejora la relación laboral
- Aumenta la estabilidad del puesto de trabajo
Hay muchas frases célebres que respaldan este argumento, y seguro que las has leído más de una vez por las redes sociales.
Aunque me gusta la poesía, yo soy más práctico, así que espero que los ejemplos anteriores sean ilustrativos.
No sé si estarás de acuerdo conmigo, así que te toca opinar.
Deja tu comentario aquí abajo.
¿Conoces alguna forma sencilla de mejorar el puesto de trabajo?
¿Has hecho muchas formaciones pagadas por las empresas?
¿Crees que han salido beneficiadas de ellas?
¿Te has pagado tú mismo muchas formaciones para mejorar en tu trabajo?
gestión bonificaciones fundae dice
Sin duda, coincido completamente con usted. La inversión en formación para los empleados, a parte de beneficiar al trabajador, también lo hará a la empresa, mayormente. Por ello, es bueno que se haga responsable del gasto y lo vea como una inversión que traerá beneficios. Gracias por la explicación, me ha resultado muy interesante.
Fernando dice
Difícilmente se puede describir mejor , este tema ,de la forma q lo has expuesto no quedan lugar a dudas al respecto . Un gran comunicador, mis felicitaciones.
Gran aporte. Gracias
Eugenio Nieto dice
Gracias Fernando.
Saludos
Diana Cruz dice
Hola Eugenio,
estoy de acuerdo contigo, la formación de un trabajo debe ser una inversión que la empresa debe pagar, es claro que cuando recibimos un beneficio de la empresa, aun cuando no sea dinero en efectivo, son elementos que coadyuvan a mantener la lealtad de un empleado.
He trabajado en una empresa, en el departamento de mantenimiento y un punto clave para el buen desempeño de los técnico es cuando ellos reciben capacitación,
iniciamos con una introducción al departamento, les indicamos donde están cada uno de los recursos que usarán en su trabajo, incluso, donde encontrarán el jabón desengrasante y porqué lo adquirimos con lanolina, protegiendo así sus valiosas manos, como resultado, hemos percibido, mucho agradecimiento del personal, cuando ellos hacen todo lo posible por contribuir con su trabajo para el bien de la empresa y por consecuencia su propio bienestar.
Saludos
Eugenio Nieto dice
Me gusta el ejemplo del jabón.
Es un pequeño gasto para la empresa, pero un gran detalle para el trabajador, no solo por tener las manos más cuidadas, sino porque percibe que la empresa se preocupa por él.
Saludos