Hace un par de años, mi madre encontró su cartilla de escolaridad, y me dieron escalofríos al leer la última página. Parecía un discurso nazi, hablando del destino eterno, la Patria y el Movimiento. Siempre había oído hablar del adoctrinamiento escondido tras la educación, y había visto cómo cambiaban las leyes relacionadas con cada nuevo gobierno. Pero en ese momento me di cuenta del descaro que habían tenido en un momento histórico donde el pueblo era completamente ignorante, y la dictadura permitía cualquier comportamiento abusivo, siempre que fuese desde arriba hacia abajo.
Recordé un comentario de un veterano tornero, cuando le entregué un plano para fabricar una pieza, y me dijo “espera que lo apunte a mi manera, que a mí en el colegio solo me enseñaron a cantar el Cara al sol y a rezar”. Sentí vergüenza, pensando en la cantidad de oportunidades que se había negado a personas con talento, por enseñarles himnos y “acontecimientos” religiosos, en lugar de ayudarles a ser útiles, a desarrollar sus habilidades y a tener ideas propias que ayudasen a construir un mundo mejor.
Qué fácil es adoctrinar al pueblo cuando la única información a la que tiene acceso está en un solo libro. Esa ha sido la clave de muchas religiones.
El libro de texto como “herramienta formativa”
Para mí, el libro de texto es un error. Era un error necesario cuando no había más opciones. El conocimiento es difícil de transmitir, y las herramientas han sido muy limitadas hasta hace muy poco tiempo. Hemos sido las personas, y no los gobiernos, los que hemos democratizado la información. Ni siquiera las operadoras telefónicas, o los fabricantes de ordenadores o smartphones. En España, y también en la mayoría de países de nuestro entorno (no necesariamente geográfico), la conexión a la red es cara e ineficiente. Y no hablemos de los gobiernos, que solo intentan poner puertas al campo.
Somos las personas las que compartimos los contenidos. Busca un tutorial que te explique cómo hacer cualquier cosa que se te ocurra. Seguramente lo encuentres, y casi seguro que lo ha creado una persona que no tiene un interés económico directo en que tú aprendas lo que comparte. Si pagamos por una conexión a la red es principalmente para poder acceder a toda esa información que otros han preparado, editado y compartido.
El libro de texto siempre ha sido una herramienta para el estudio. La educación empezaba y terminaba con él. Aparte de alguna búsqueda en una enciclopedia de papel, o en la biblioteca pública, todos los contenidos que se enseñaban en la escuela estaban dirigidos con un solo libro (o uno para cada materia).
Lo que antes era un discurso político convertido en ley, en los últimos años se ha convertido en propaganda subliminal. Valores religiosos camuflados, ideas políticas disfrazadas… Cada uno aprovecha su capacidad para influir en las personas y conseguir su propio beneficio. Antes con descaro, y ahora “sin que se note”, para que el mundo siga girando con normalidad.
Recuerdo cómo estudié en la escuela las guerras mundiales, la Revolución Francesa, y otra serie de batallitas, pero nunca se tocó el tema de la Guerra Civil Española, o la dictadura franquista. ¿Casualidad? ¿Falta de tiempo? No, un pacto de silencio entre políticos para calmar las aguas durante la transición.
El libro de texto como negocio
Las editoriales también han hecho de las suyas, para mantener su negocio y contrarrestar la creciente competencia. Un libro queda obsoleto porque varíe una frontera, o porque Plutón ya no sea considerado planeta, o simplemente porque “la forma de enseñar a sumar ha cambiado”.
El gasto que debe asumir una familia en la compra de libros cada año, es difícil de entender para quien no tiene hijos, o nunca ha tenido dificultades para pagar las facturas. Lo cierto es que es un gasto inasumible para muchas familias, y condiciona seriamente el presupuesto anual para muchas más. Si tienes cuatro hijos, es posible que debas comprar más de treinta libros de una vez, mientras que una conexión a internet puede ser compartida por todos.
Recuerdo haber llevado ocho libros en la mochila, que apenas utilizábamos, y la mitad de capítulos quedaban “vírgenes” por falta de tiempo. Esto demuestra que ni siquiera sirven como índice o temario de lo debemos aprender ese curso.
El libro de texto para el estudiante
¿Cuál es la utilidad real de un libro de texto?
¿Necesitamos realmente esa información, cuando vivimos en la era del conocimiento, y la tenemos toda al alcance de un click?
¿Es conveniente limitarnos a estudiar lo que dice un solo libro?
¿Sabremos encontrar los conocimientos que no contiene ese libro?
¿Sabemos contrastar la información y distinguirla de la propaganda?
¿Aprender lo que dice el libro nos hace creer que ya lo sabemos todo sobre ese tema?
En mis idas y venidas he dedicado mucho tiempo en formación autodidacta. En varias ocasiones he pensado en realizar formación reglada en temas que me interesaban y en los que ya estaba ejerciendo. Me he acercado a los libros de texto que se utilizan en formación profesional y en la universidad, y tras hojearlos he visto que la mayor parte de los contenidos no tenían interés para mi profesión. ¿Por qué voy a dedicar varios años a aprender algo que ya sé que no necesito?
Se habla mucho de lo alejados que están el mundo de la empresa y el de la formación. ¿Realmente las editoriales hacen esfuerzos para acercarlos? No voy a generalizar en este punto, aunque sí apuntaré que en muchas universidades, los libros utilizados no son los típicos de texto, sino alguna publicación de algún autor especialista en una materia concreta.
¿Es culpa del libro o del sistema educativo?
Me parece una falta de respeto cuando alguien propone una verdad absoluta argumentando “esto es así de toda la vida de Dios”. Para no parecerme a este tipo de personas, siempre que explico algún concepto intento razonarlo, y si no soy capaz de hacerlo, dudo de su veracidad, añadiendo un creo, supongo, o imagino.
Cuando escribo con más tranquilidad, como hice con mi libro Mantenimiento industrial práctico, planifico la información para no limitar al lector. Intento enseñarle los conocimientos que sé (por mi experiencia) que es muy probable que acabe aplicando de forma habitual, y preparo el terreno para que él mismo pueda investigar con facilidad otros conceptos más específicos. Así le ahorro tiempo de dos formas: enseñándole lo que necesita, y no entreteniéndole con lo que no necesita.
Creo que un profesor debe enseñarte las letras, las palabras, y cómo combinarlas correctamente. Después debes ser tú quien forme las frases.
En campos más técnicos, como éste es un blog sobre reparación y mantenimiento, creo que es más importante entender la lógica del diagnóstico de averías, que memorizar tablas de causa-efecto.
Los libros de texto deben dejar de existir. No importa si tienen un formato de papel, o están digitalizados para leerlos cómodamente en tu Tablet.
Los profesores deben guiar a los alumnos, enseñándoles cómo encontrar la información que necesitan, y qué conocimientos básicos necesitarán para empezar. También deben aprender a ser cuestionados. El profesor se puede equivocar, o lo que él aprendió hace años puede haber sido desmentido con nuevos datos. Si el alumno es capaz de razonar hasta el punto de darse cuenta de que algo es incorrecto, tendrá más herramientas para seleccionar la información correcta entre tantos ríos de datos.
Esto contradice la tradición de que el profesor no debía ser nunca cuestionado, y prácticamente era divinizado. Ojo, no debemos confundir cuestionar con faltar al respeto.
También ha sido tradicional memorizar datos de un libro para volcarlos en un papel en forma de examen. Un copiar-pegar cerebral, donde lo que se valoraba era la calidad y cantidad de nuestra memoria.
Hoy sabemos, gracias a la informática, que la calidad de un ordenador no está basada únicamente en su cantidad de memoria, sino en el uso combinado de muchos elementos para conseguir obtener un resultado correcto en el menor tiempo posible.
Si pasas horas memorizando una fórmula que está en el primer resultado de Google, estás desperdiciando el resto de tus recursos cerebrales.
No estará mejor preparado quien tenga los conocimientos memorizados, sino quien sepa encontrarlos rápidamente. Si no se puede memorizar todo, es imposible saberlo todo.
El sistema educativo avanza muy lentamente. Los políticos tienen miedo a perder el control sobre sus súbditos, algunos profesores temen perder su status social…
Miedo. Ese es el verdadero problema. El miedo es el freno más poderoso.
Hora de opinar
Quizás este asunto te parezca alejado de la temática del blog, aunque yo considero que en el ámbito de la formación debemos plantearnos este tipo de cuestiones, para elegir el camino que nos ayude a aprender de la forma más rápida y eficaz.
He decidido escribir este artículo tras leer lo que ha publicado Enrique Dans en su blog.
Él, a su vez, escribía inspirado por otro artículo de Antonio Ortiz, encendiendo un debate en Twitter.
Muchas escuelas ya han tomado su decisión, y parece que les va bien.
Seguro que tú también tienes tu opinión, así que deja tu comentario y comparte con tus redes sociales.
Alfredo dice
Ojo, que te has mudado a una región de España donde el adoctrinamiento está a la orden del día. Por otra parte hay excelentes libros de texto, los mecánicos bebían del Arias Paz y yo me estrené en electrónica con unos antiguos libros de la editorial Mir. Los guardo cómo si fueran un tesoro.
Rodolfo dice
Hola Eugenio. Llegué hace un par de horas a tu sitio buscando info sobre fuentes conmutadas y estoy realmente maravillado. No imaginé encontrar (además de excelentes explicaciones técnicas) unos puntos de vista tan lúcidos, tan inteligentemente razonados y tan llenos de humanidad al mismo tiempo. Vaya mi saludo enorme, mi felicitación y mi agradecimiento por darnos a los navegantes un lugar de donde uno sale con muchisimo mas de lo que entró! Abrazo hermano!
Eugenio Nieto dice
Muchas gracias por tus palabras, Rodolfo.
Un abrazo