Un porcentaje importante del éxito consiste en perseverar. Desgraciadamente es muy cierto, y muy desconcertante. Fracasar continuamente sin saber si estás siguiendo el camino equivocado. Hasta que un día, sin darte cuenta, estás en el punto al que querías llegar. Esta paradoja es habitual entre los que nos dedicamos a la reparación. ¿Te ha pasado lo mismo, o estás todavía al principio del camino? En el primer caso, sabrás lo frustrante que resultan los comienzos, y en el segundo, no te desanimes, es totalmente normal.
La curva de aprendizaje
Cuando estás estudiando, todo parece muy difícil, y lo es. Fórmulas matemáticas, nombres, números, fechas, acumulas información sin saber realmente su utilidad. Tu única meta es aprobar el examen, y si es con buena nota, estupendo.
Tu cerebro está formateado, todo es nuevo, no sabes discriminar los datos importantes, separar el grano de la paja. Tomas apuntes, lo intentas memorizar todo, y crees que lo único importante es lo que “entre” en el examen. Juegas a predecir, intentas adivinar qué preguntas harán, e intentas afilar tus armas. Cuando te dicen tus resultados, te relajas, aliviado porque ha ido bien, o decepcionado en el caso contrario. Si ha ido bien, te olvidas totalmente de lo que habías aprendido, ya no necesitas recordarlo.
Pero llega el día en que debes enfrentarte a una avería real. Alguien te dice que si puedes arreglarle tal aparato, que tú entiendes “de eso”. La mayoría de nosotros, en esa primera reparación, fracasamos. Abrimos esa caja y observamos las “tripas”. Intentamos adivinar cómo c…..s funciona, qué es lo que está fallando, empezamos a tocar sin tener demasiada idea de lo que estamos haciendo. Vemos una gran cantidad de componentes desconocidos, intentamos seguir las conexiones, hasta que buscamos la forma de huir de esa situación.
Es normal, y es duro. Puedes pensar que lo que has estudiado no ha servido de nada, o que debes seguir formándote porque te falta nivel, o rendirte y buscar otro oficio.
Muchas veces, tu futuro profesional depende de tu actitud, más que de tus conocimientos. Si te rindes ante el primer fracaso, nunca sabrás si el éxito estaba un poco más allá. Dicen que Edison inventó la lámpara después de mil intentos fallidos. Yo no creo que fueran tantos, porque el hombre sabía venderse muy bien. Pero sí es muy cierto que las cosas no suelen salir bien a la primera. Hay que fallar, analizar, corregir, y reintentar. Si en cada reintento estás más cerca del objetivo, vas bien. Si te estás alejando, una retirada a tiempo puede ahorrarte peores consecuencias.
Cuando vas acumulando información de distintas fuentes, los datos van tomando forma en la cabeza, se van organizando, y poco a poco, conforme los vas analizando, se establece una especie de red que establece relaciones entre ellos. Algo que no recordabas, de repente aparece para relacionar dos conceptos que hasta ese momento no tenían nada en común. Steve Jobs lo llamaba “unir los puntos”, en su discurso más famoso, en la Universidad de Stanford (si no lo has visto, debes hacerlo). Esta forma “mágica” que tiene el cerebro de organizar la información, es lo que hace que seamos capaces de resolver problemas cada vez más complejos. Todo lo que hemos ido aprendiendo está ahí, listo para ser usado en el momento preciso. Los artesanos que llevan toda la vida dedicada a su oficio, resuelven los imprevistos con gran facilidad, porque tienen todos los datos en su cabeza, perfectamente organizados, y una pequeña variación es corregida sin mayor problema. Para un principiante, la falta de esos “puntos” no le permite trazar la solución correcta.
Esta realidad se refleja perfectamente en lo que se llama la curva de aprendizaje, que representa la dificultad que tenemos para adquirir un conjunto de conocimientos. Esta curva suele ser muy pronunciada al principio, porque tenemos que aprenderlo todo respecto al tema concreto. Poco a poco, según avanzamos, todo lo que hemos aprendido nos ayuda a comprender mejor los conceptos relacionados. Finalmente, lo único que necesitamos es perfeccionar algunos detalles.
Un viaje de mil millas comienza con el primer paso
Esta frase, atribuida al filósofo chino Lao-Tsé, nos recuerda que para alcanzar una meta debemos recorrer un camino. En el caso de un técnico especializado en la reparación o el mantenimiento, el camino puede ser bastante largo. Conocimientos teóricos, prácticos, destreza manual, manejo adecuado de las herramientas, etc.
En realidad, el camino no termina nunca. No hay una meta. En realidad, cada avería es una meta. No existe un cinturón negro, ni un anillo de campeón para el mejor técnico. Uno es buen técnico cuando es capaz de resolver el problema. Con la experiencia, eres capaz de resolver más problemas en menos tiempo.
Recuerdo que con mis primeros experimentos en electrónica, el fracaso me acechaba continuamente. Terminaba de montar un circuito, y nunca funcionaba. Me ponía con otra cosa, y volvía a fracasar. Cuando finalmente algo sí funcionaba, parecía que era por casualidad, algo excepcional. Además, siempre me parecía que fallaría en cualquier momento. No me sentía merecedor del éxito. Creía que no estaba a la altura.
Poco a poco el porcentaje de éxitos aumentaba respecto al de fracasos. De una forma natural, llegué a dar la vuelta a la estadística. Los fracasos eran escasos. Las cosas solían salir bien a la primera. No recuerdo cuánto tiempo pasó. En mi caso, no es que me obsesionara con ser el mejor técnico del mundo. Simplemente, consciente o inconscientemente, acababa metido en reparaciones habitualmente, porque era mi trabajo, o porque “me dejaba liar” por alguien.
Si alguien me hubiese hecho elegir entre dedicarme a la reparación o dedicarme a otra cosa, hubiera elegido lo segundo. Sin embargo, no tuve que tomar esa decisión, simplemente reparaba cuando tocaba.
Ahora me siento bien con mi trabajo. Me gusta reparar. Me siento capaz de afrontar cualquier avería, y lo hago con un porcentaje altísimo de éxito, porque no me gusta cuando no consigo solventarla. Sin embargo, acepto mis limitaciones y sigo con otra cosa. Eso no quiere decir que no sea cabezota. A veces me tomo una reparación como un reto personal, y no paro hasta solucionar el problema. Así, la victoria sabe más dulce. Cuando ocurre algo así, suelo perder dinero y ganar conocimiento. Para mí es un buen trato, salvo que esto ocurra habitualmente, que tampoco es cuestión de pasar hambre. Algún cliente me dice que si yo no soy capaz de reparar algo, es porque nadie puede. Sé que no es así, pero no puedo negar que me encanta que me lo digan.
Hace más de veinte años que empecé a “reparar”, y todavía recuerdo alguno de los trabajos, sobre todo algún fracaso con final explosivo. Ahora reparo máquinas que cuestan más que mi casa, y no siento miedo. Sé hasta dónde puedo llegar, y tengo suficiente conocimiento para evitar males mayores. Como dice el refrán, los experimentos con gaseosa.
¿Cómo es tu viaje?
Si estás empezando, o estudiando, no te desanimes. Fíjate en la cantidad de veces que he utilizado la palabra fracaso. No hay que tenerle miedo. Forma parte de la vida. El fracaso no es definitivo, siempre puedes volver a intentarlo, con la garantía de que sabes más que en el intento anterior. Intenta fracasar poco, que tampoco es cuestión de darse cabezazos contra la pared, pero no te obsesiones con evitarlo. No puedes saber la resistencia de un material si no lo has roto antes.
Intenta aprender de los que tienen éxito, porque es más fácil repetir algo que funciona que ir descartando ideas después de comprobar que no eran buenas.
Y si ya eres un veterano, deja un comentario. Comparte cómo fue tu camino. ¿Tuviste una curva de aprendizaje dura, o no fue para tanto?
Antonio Landero dice
Me fascino tu articulo sobre la curva de aprendizaje. Estoy ahorita en mi tesis y es sobre la curva de aprendizaje de los ingenieros en comunicaciones y electronica de mi trabajo.
Hojala y por tu experiencia me puedas compartir algo sobre como sustentarias esa curva para los ingenieros.
Muchas gracias
César David Rojas Díaz dice
Este es un artículo muy orientador y debo reconocer a Eugenio Nieto y su labor con la cual me identifico totalmente, esto de la curva de aprendizaje de un técnico es una verdad absoluta y me trae a la memoria haberla experimentado en carne propia, en 1980 SONY de Venezuela necesitaba un Supervisor de Servicio Técnico para los estados de Occidente, casualmente yo vivía en Maracaibo y hacía el Servicio Técnico de Organos Wurlitzer y Yamaha y cubría las garantías de ventas de Teclados de Venezuela, entonces un amigo me refirió a SONY y me hicieron un examen de aptitud para el cargo vacante, el examen era como para la NASA, era una prueba de 50 preguntas entre teoría y práctica y ademas había test de tipo psicotécnico, terminada la prueba me dieron de inmediato el nombramiento y las llaves de un vehículo nuevo para cubrir las rutas requeridas, a mi se me ocurrió pedirle al gerente de Relaciones Industriales que me permitiera ver los resultados del examen que respondí y me llamó la atención un gráfico que trazaron para evaluar mis respuestas y la velocidad en que lo hacía, el gráfico era una curva logarítmica ascendente donde se consideró el nivel de conocimiento y el tiempo de respuesta, un gráfico muy semejante a lo que nos muestra este artículo pero esa curva es infinita, cada día nuevos sistemas y tecnologías requieren nuestra atención y en especial ahora que la electrónica y la informática son complementarias, ahora cuando los sistemas digitales retan nuestros conocimientos analógicos, todo vuelve al origen, comprender eso nos obliga a revisar lo que quedó pendiente, observar, recordar, razonar, imaginar y calcular, inteligencia activa para superar esa curva de aprendizaje.
Eugenio Nieto dice
Muchas gracias por compartir tu experiencia.
Efectivamente, la curva es infinita, porque el aprendizaje y la mejora nunca terminan.
Saludos
Renzo dice
Simplemente Gracias!!!
Eugenio Nieto dice
Gracias a ti Renzo 🙂
David dice
Hola Eugenio,
Que bien has descrito a las personas que nos gusta el mantenimiento y la reparación, parece que me estaba viendo en mi proceso de aprendizaje y que creo que nunca acabaré, porque me gusta explorar siempre nuevos retos.
Saludos y enhorabuena por tu recorrido profesional.
Eugenio Nieto dice
Creo que muchos hemos vivido situaciones similares.
Me alegro de que te siga apasionando este mundo.
Saludos
Fco Manuel Martin dice
Buenos días.
Es todo cierto sobre la burocracia de hacer preventivos, más bien serian como predictivos, se intenta que la maquina, inversor, equipo, etc, como bien habéis dicho, que no pare.
Es cierto que cuando te “explican” un poco su funcionamiento, en verdad no te dicen gran cosa, ¿nunca se habéis encontrado el caso que ni el propio fabricante, ingeniero, o I+D no tengan ni idea de que le puede ocurrir?. Por eso en este mundo actual, se hacen, o por lo menos yo lo pienso, las cosas más en bloque, es decir, en mi caso, la gran mayoría de las averías encontradas, la solución que me daban es cambiar bloque completo y mandar a fabrica para su estudio, pero quizás únicamente sea una tarjeta de tantas que tienen, o un simple cable que no hace buen contacto, pero no te dejan tiempo para comprobar, debe estar funcionando para ayer. Por eso digo, que ya más bien se establecen más las pautas para llevar el mantenimiento preventivo y las revisiones.
Un saludo.
Eugenio Nieto dice
Hola Fran.
Es exactamente como lo explicas. El técnico de campo ya no repara. En las plantas solares, además, hay que tener otro dato en cuenta, que es que la mayoría de equipos están repetidos, con lo que los procedimientos son los mismos.
En los lugares donde más se hacen reparaciones es dentro de las pequeñas empresas, con máquinas muy distintas, incluso con muchos años de funcionamiento, simplemente porque no es fácil cambiar un bloque, al ser más difícil localizar los repuestos en un tiempo y precio razonable.
Si pudiésemos planificar perfectamente nuestra vida profesional, yo elegiría “machacarme” durante unos años en pequeñas empresas con problemas de todo tipo, para después “relajarme” en una planta con todas las situaciones previstas y procedimentadas.
Saludos.
Luis Javier Sosa dice
Cordial saludo.
Continuamente recibo practicantes de las Universidades e instituciones tecnicas de la ciudad y vez tras vez estoy convencido de que hay una gran necesidad en los estudiantes el que aprendan tecnicas para analisis y solucion de problemas, como bien lo dice su articulo, deben unir bien los puntos al enfrentarse a la vida real ante una averia o disfuncionamiento de un equipo.
Quienes pertenecemos a las viejas generaciones, se nos enseñó a reparar y uno era considerado un gran técnico si reparaba, ahora el mantenimiento moderno ha cambiado, la grandeza de un tecnico es evitar que se dañen los equipos, de ahi la importancia de las tecnicas para solución de problemas.
Muy necesario por cierto elevar la curva de aprendizaje del tecnico que recien inicia, para cambiar paradigmas se necesita insistir, persistir y nunca desistir.
atte
Luis Javier Sosa
eugenionieto dice
Hola Luis Javier.
Totalmente de acuerdo. Se estudian mucho los procedimientos preventivos, y la burocracia del mantenimiento, pero parece que hay una carencia respecto a la reparación. Se suelen dar unas pautas generales de causa-error, pero el secreto está en aprender a “unir los puntos” (qué grande Steve Jobs al inventarse esta expresión tan acertada).
Un saludo.
Fco Manuel Martin dice
Toda la razón! En la planta solar me encontraba averías que en ese día no era capaz de resolver, me sentía como si hubiera fracasado, pero en verdad es que a veces solo necesitamos un pequeño reinicio como las maquinas, al día siguiente era capaz de subsanar la avería en menos de 15 minutos. No obstante, con la nueva planta he vuelto a encontrarme con el miedo de no saber nada, como si todo lo recorrido hasta hoy no hubiera valido, pero como dices, es un reto y tiempo, al fin y al cabo, todo se simplifica en ON u OFF.
Gracias por estas palabras Eugenio, un amigo desde UK 🙂
eugenionieto dice
Hola Fran! Qué tal por UK?
Eso de reiniciar al día siguiente me ha pasado más de una vez. Dicen que el cerebro se “desfragmenta” mientras dormimos.
Un abrazo!