Acabo de enterarme casi por casualidad de que se celebra una feria del mantenimiento industrial en Bilbao, del 27 al 29 de mayo de 2015:
Como no se da apenas difusión a este tipo de eventos, me ha parecido oportuno informarte, porque puede interesarte.
Además, la entrada es gratuita si te inscribes antes del 9 de mayo.
Esta feria es solo para profesionales en activo del sector, algo que no me gusta, porque somos muchos los que hemos querido entrar en contacto con este mundillo en nuestra época de estudiantes, o cuando estábamos en otro tipo de empleos, incluso estando desempleados.
Imagino que esto se hace para evitar “curiosos” que entretengan a los expositores, entorpeciendo el carácter comercial del evento.
Aun así, a todos nos gusta conocer novedades que pueden solucionarnos un problema en el futuro.
El sector industrial está vivo en el País Vasco
El País Vasco es una de las regiones industriales por excelencia.
A pesar de ser una zona muy verde y montañosa, con parajes espectaculares y un sector agrario de mucha calidad, la apuesta por la industria ha sido siempre muy fuerte, debido al comercio histórico con la europa atlántica.
Incluso en épocas de vacas flacas, o más bien debido a ellas, como ocurrió en las décadas de los 80 y 90, se impulsaron políticas a largo plazo (sí, aunque parezca mentira que un político piense más allá de los próximos cuatro años), para potenciar la industria y el turismo.
Recuerdo que con catorce o quince años estuve en Bilbao con mi familia. Fuimos a la boda de una prima de mi padre.
Me llamó la atención prácticamente todo. El paisaje, el acento de la gente, los bares…
Recuerdo que mis padres comentaban que Bilbao era de lo más feo de la zona, y en realidad la ciudad tenía un aspecto algo triste, apagado.
Tengo algunas imágenes borrosas en la memoria de la ría, recuerdo grandes estructuras de hierro oxidadas, casi como una película que dibuja un paisaje post nuclear.
La gente era todo lo contrario. Recuerdo haberme reído muchísimo con los familiares y amigos, que eran bastante más mayores que nosotros.
Descubrí que tenían una cultura distinta en cuanto a salir de bares. La gente pedía unos vasitos (no recuerdo el nombre que le daban) de vino que bebían casi de un trago, e inmediatamente iban al siguiente bar.
Un día, acompañando a mi padre y su tío, me bebí unos seis o siete vasitos de cerveza en sus respectivos bares, en menos de una hora y en la misma calle. No sumarían más de una caña, pero supongo que eran de distintas marcas, porque acabé bastante mareado.
Me gustó aquel estilo de vida. No lo digo por la cerveza, sino porque siendo una ciudad aparentemente triste, la gente era muy social.
Y después llegaron las excursiones. Nos llevaron a visitar varios sitios de la costa, y ahí sí que me enamoré de aquella zona.
Bosques verdes, acantilados impresionantes, casi cada rincón era digno de una postal. La separación entre industria y naturaleza estaba muy marcada.
Volví a Bilbao unos diez años después, con el tiempo justo de reparar una avería y regresar a Barcelona.
El aspecto al entrar a la ciudad no me pareció tan triste como años atrás, aunque no vi demasiado, solo las calles necesarias para llegar a la Avenida San Mamés.
Eso sí, nuestro cliente nos invitó a un asador, donde comimos unos pimientos y un cordero espectacular. También probé la crema vasca, que no me pareció distinta de la crema catalana.
En poco tiempo tuve que volver un par de veces más. La dichosa pantalla volvió a averiarse. Se trataba de una estación metereológica conectada a una pantalla LED.
Una vez tuvimos que subirnos al techo de una ambulancia para poder desmontar el equipo. Era tarde y la plataforma elevadora que debía estar lista cuando llegamos continuaba retenida en un atasco en la autopista.
Finalmente conseguí reparar la avería, y como ya era de noche me dijeron que iban a buscarme un hotel.
Como tenía ganas de volver a casa, decidí no quedarme y salir para Barcelona, así que aquel día tampoco hice turismo.
En una tercera visita, mi rodilla no estaba muy fina, por lo que le dije a mi jefe si podía acompañarme mi novia, y así iría más tranquilo.
Me reservaron una habitación en el Hesperia, frente al estadio San Mamés.
Desde la habitación tenía una gran vista de la ría, nada que ver con el recuerdo que guardaba.
Se veía la ría, y todo me pareció más abierto y luminoso. Conservo algunas fotos.
Aprovechamos para hacer algo de turismo, dando vueltas por la ciudad y buscando el puente colgante, que al final me enteré que estaba fuera de Bilbao.
La verdad es que me encantó. No era tan distinta de Barcelona, pero tenía una personalidad propia.
Creo que dieron en el clavo al reestructurar toda la zona de la ría.
En unos años habían conseguido que la ciudad fuese mucho más atractiva para el turista, y además la gente seguía siendo tan sociable como recordaba.
Pero lo fundamental para una ciudad, que suele ser lo que no se ve, también lo habían tenido en cuenta.
Habían conseguido cambiar el tejido económico, que antes estaba basado en grandes industrias que contrataban a cientos de personas, y como es lógico, si cerraban también condenaban al paro a toda esa gente.
Actualmente, Bilbao es una ciudad turística y cultural, a la vez que impulsa a las empresas tecnológicas e innovadoras.
Esto ha permitido que, a pesar de la situación global, muchas de sus empresas saquen pecho y miren a los ojos de países que “están más desarrollados”.
También se explica que el sector industrial esté mucho más cuidado que en el resto de España, y por tanto la crisis sea menos dura.
A veces nos comparamos con otros países del norte de Europa, y no nos damos cuenta de que en Euskadi tenemos buenos ejemplos de gestión que podríamos aprovechar los demás para planear un futuro, no para dentro de un año o dos, sino para las próximas décadas.
Al fin y al cabo, vemos ahora que las medidas que nos tenían que sacar de la crisis en uno o dos años (eso nos contaban en 2008) van camino de prolongarse durante una década, sin resultados espectaculares, y casi opuestos a lo que se nos vendió.
Espero que ese aire nuevo que sopla desde el País Vasco impulse un segundo renacimiento, basado en la innovación, la tecnología, y sobre todo en el conocimiento.
Uno de los portavoces de esta idea es Guillermo Dorronsoro, decano de la Universidad de Deusto, que cada semana desde su blog nos informa de cómo avanza el mundo, y de la relación tan evidente entre la industria, la innovación y el crecimiento de las distintas economías, demostrando que la inversión en I+D tiene un claro efecto en la tasa de paro, y en el PIB del país.
Te invito a conocerle, vale la pena:
euskadiTM
Te toca participar
¿Y tú qué opinas?
¿Crees que deberíamos aprender del País Vasco?
¿Conoces algún otro referente para la industria?
Angel Almaraz dice
Hola Eugenio!
Lo primero… darte las gracias por el me gusta en FB, gracias a esto te he visitado y me he enterado que hay una feria en mi ciudad. ¡Manda c*****!
Veo que tienes bonitos recuerdos de Bilbao, además lo describes a la perfección. Pero tenias que verlo al día de hoy, sigue siendo una ciudad viva que sigue cambiando poco a poco con la intención de ser más habitable y atractiva al turista.
Y es cierto que apostamos por la tecnología y la innovación, pero no es oro todo lo que reluce. Aquí las tasas de paro son muy altas al día de hoy sobre todo en los más jóvenes.
La bonita foto que muestras es el barrio Deusto de Bilbao y el puente colgante lo podéis encontrar en la noble Villa de Portugalete.
La tradición de ir tomando pequeños vinos (txikitos) por los bares se esta perdiendo poco a poco y es que la crisis es capaz de cambiar y transformar los hábitos de muchos residentes. Sin embargo San Mames se puede localizar en el mismo sitio que estaba el viejo campo.
En fin Eugenio, tendrías que volver de nuevo a Bilbao para comprobar los cambios que ha sufrido para bien en muchos casos. Y si eso sucede… podríamos ir a tomar unos zuritos (cortos de cerveza) por la capi.
Me alegra ver que hay blogs con similitudes a mi proyecto y ha sido una alegría descubrirte. La unión hace la fuerza.
Un abrazo compañero.
Eugenio Nieto dice
!Zuritos! No me acordaba del nombre.
Aunque el paro sea muy alto, da pena ver otras ciudades (como Écija), que no apuestan por la innovación, ni a corto ni a medio plazo.
Aquí solo piensan en el turismo, aunque pocos guiris quieren ir a un pueblo-ciudad en medio del desierto, a más de 40ºC, solo para visitar iglesias.
Quien emprende un negocio online o de alta tecnología lo hace en solitario, porque los organismos oficiales no saben nada del tema.
Tu blog está muy bien, realmente práctico, diría que imprescindible para cualquier aficionado a la mecánica.
Seguimos en contacto, y si voy por Bilbao, te aviso para esos zuritos.
Un abrazo